Curiosidades sobre el yeso

Curiosidades sobre el yeso

El nombre del yeso deriva del término griego gypsos, empleado también para designar la cal y el yeso deshidratado. Por lo general, se presenta en cristales límpidos y tabulares, en ocasiones alargados, a menudo formando maclas tan conocidas como la “cola de golondrina” o la de “hierro de lanza”. También son muy comunes los agregados espáticos como la selenita, cuyo nombre deriva de una palabra griega que significa “luna”, por el aspecto blanquecino y nacarado; los agregados fibrosos de cristales alargados como la sericolita y las masas granulares compactas, como el alabastro, que es el antiguo nombre empleado para designar los vasos egipcios para los ungüentos y para usos funerarios, constituidos por calcita concrecionada y denominada alabastra, quizá por Alabastron, ciudad del curso medio del Nilo. Pero las más conocidas son las rosas del desierto, agregados de yeso en roseta.
El yeso cristaliza en el sistema monoclínico, generalmente en cristales blancos; puede ser también de color gris, amarillo o pardo, según las inclusiones y los elementos presentes.
El yeso es un mineral blando (segundo grado en la escala de Mohs); por lo tanto, se raya con facilidad con la uña. Tiene una perfecta exfoliación en láminas y en escamas finísimas, poco flexibles y no elásticas; el brillo es vítreo o sedoso, a menudo nacarado en las superficies de exfoliación. Presenta luminiscencia a la luz ultravioleta, por lo general, de color verde.
El yeso es soluble en ácido clorhídrico y en agua caliente: las soluciones obtenidas en ambos casos (o un poco de polvo del mineral humedecido en ácido clorhídrico, recogido con la punta de un hilo de platino y puesto a la llama de un mechero de gas) dan un característico color rojo anaranjado que no es permanente.
Desde el punto de vista químico, el yeso es un sulfato de calcio hidratado, es decir, que contiene dos moléculas de agua; en cambio, la anhidrita, o sulfato de calcio anhidro, no posee moléculas de agua. La estructura reticular del yeso está formada por niveles paralelos constituidos por tetraedros en cuyo centro se encuentra el azufre y en los cuatro vértices otros tantos átomos de oxígeno; los tetraedros se unen entre sí por átomos de calcio; entre un nivel y otro se encuentran las moléculas de agua.
Esta estructura explica la fácil exfoliación en láminas del yeso, pues, mientras los enlaces en el interior de los niveles son fuertes, las fuerzas que unen las moléculas de agua a los diversos niveles son débiles. Además, es evidente que basta un débil calentamiento para eliminar el agua: una lámina de yeso calentada a la llama de un mechero se vuelve turbia y opaca. No obstante, si el yeso es deshidratado sólo parcialmente puede de nuevo absorber el agua si se le sumerge parcialmente en ésta y, a continuación, recristaliza en forma de una fina red de cristales aciculares: se produce de esta manera el usual fenómeno del fraguado, bien conocido desde la antigüedad tanto en el campo artístico como en el de la construcción.
El yeso es un típico mineral sedimentario de origen químico evaporítico: se forma en ambientes evaporíticos por precipitación directa del agua que contiene sulfato de calcio en disolución. También se puede formar por hidratación de la anhidrita, por sublimación (paso directo del estado gaseoso al sólido) en fumarolas o bien por la acción de aguas sobre sulfuros metálicos. A menudo aparece asociado al azufre, sobre todo en la denominada formación yesoso-sulfurada.
En España el yeso es muy abundante y no es posible nombrar todas las localidades donde se obtienen ejemplares de calidad.
El yeso, finamente triturado y parcialmente deshidratado, se utiliza en construcción para la obtención de yeso industrial, estucos y materiales aglomerantes; es uno de los componentes del cemento Pórtland. También se emplea para obtener moldes y, en medicina, para inmovilizar fracturas. Algunas variedades, como el alabastro, se emplean como piedras decorativas, pero por lo general sólo para interiores, debido a la fácil alteración del yeso que, por su baja dureza, es empleado en la obtención de esculturas y objetos ornamentales. A pesar de su poco dificultosa alteración por parte de los agentes atmosféricos, el yeso ha sido empleado también en la edificación externa: bloques compactos de yeso se han empleado para construir las bases de las dos famosas torres Bolonia: la torre de los Asinelli y la Garisenda.

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